10
Hay editores muy aficionados a la lencería, no precisamente fina: sábanas, camisas, fajas… ¿Blancas? Nunca, siempre rojas.
11
Enseñé mi nuevo libro a un amigo: –«Vaya porquería de cubierta»–. Mis libros se venden, perdí al amigo.
12
Que no nos pueda lo políticamente correcto: hay editores de nicho, hay editores minoritarios, y hay editores de mierda.
13
El editor-poeta a su financiero: «Nuestro almacén no está lleno de fracasos, sino de sueños no realizados. Siguen ahí, esperando a que alguien los sueñe».
14
El financiero al editor-poeta: «Su almacén no está lleno de futuribles, está lleno de malas inversiones».
15
Me incomoda un editor que me quiere «vender» su libro; me seduce un editor que me «cuenta» ese libro y por qué decidió editarlo.
16
Editor idealista (more Einaudi): «Prefiero equivocarme con un buen libro que me sedujo, que jugármela con un libro malo con ventas aseguradas».
17
El editor que visita librerías es una mezcla de sabueso y de marqués: husmea en busca de sus libros y se pavonea como un petimetre si los encuentra.
18
La crítica consagra autores; el mercado, editores: tanto vendes, tanto vales.
19
Leo: «La librería es templo del saber y el librero su sacerdote». Entré sobrecogido, guardé silencio, como no supe recitar ninguna oración, procuré no descolocar nada y me marché.
20
Hay jóvenes autores que utilizan a su editor como trampolín; hay viejos autores que le utilizan en cambio como bastón; hay pocos que vean en él un compañero de viaje.