Es un mito del periodismo cultural. Todos los grandes escritores pasaron durante dos décadas por ‘Apostrophes’, su programa de la televisión francesa. A los 81 años, adicto a Twitter y el buen vino y presidente del Premio Goncourt, recuerda sin nostalgia el pasado y apuesta por el futuro.
En un tiempo no muy lejano, Bernard Pivot fue el periodista cultural más influyente de su época. Director y presentador de Apostrophes, mítico programa literario de la televisión francesa que fue mil veces copiado alrededor del mundo (con un éxito desigual), recibió cada viernes por la noche a los grandes nombres de la literatura del siglo pasado, de Vladímir Nabokov a Charles Bukowski, pasando por Marguerite Duras, Georges Simenon o hasta el Dalái Lama. De oficio, lector, que ahora reedita Trama, es un libro informal de memorias sobre aquellos años en el que Pivot lleva a cabo un largo diálogo epistolar con el historiador francés Pierre Nora.
Para recordar sus programas televisivos, Pivot abre la puerta de su domicilio, en un barrio burgués del noroeste de París. En el rellano, una falsa biblioteca que sirvió de decorado de su programa da la bienvenida al visitante. En el interior aparece una especie de pisito de soltero de la tercera edad, de un estatus innegable pero con la nevera semivacía.
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