¿Por qué compramos un libro? ¿Por qué ese precisamente y no el de al lado, o el de la estantería de arriba? Tal vez nos mueve el autor, el título, una recomendación de un amigo, una crítica que hemos leído… Muchas veces, sin embargo -y esto lo saben muy bien los departamentos de marketing de las editoriales- lo que precipita nuestra decisión es una cubierta atractiva, un color llamativo o un texto promocional que nos haga imaginar las maravillas que encontraremos entre sus páginas. (Sobre esos textos promocionales hay también mucho que decir, pero ya hablamos de ello en alguna ocasión anterior.) La verdadera prueba de fuego es llegar a un libro sin ninguna referencia, a pelo. Imagínense que tienen delante un libro en el que no figura el autor (o su nombre les es del todo desconocido) y carece de textos de solapa. Esto último no es tan raro, la mayoría de libros en tapa dura que se publicaban hace cien años carecían de cualquier texto aclaratorio. La misma Jane Austen se dio a conocer ante sus lectores con un volumen –Sense and Sensibility, su primera novela publicada- en el que como autor se postulaba sólo un enigmático «By a Lady». Nada de resumen del argumento, ni biografía de la autora, ni faja del editor diciendo «una novela de amor que nunca podrá olvidar». ¡Y la obra fue un éxito! (al menos para los parámetros de la época: la tirada de esta novela fue de unos 750 ejemplares, aunque hay que tener en cuenta que por entonces tiradas de 500 eran lo más habitual).
Seguir leyendo en Notas para lectores curiosos.
Si quieres estar al día de las actividades, colecciones, propuestas, cursos, información destacada semanalmente del sector del libro y la cultura DATE DE ALTA en el Boletín semanal de Trama Editorial.¡NO TE ARREPENTIRÁS!