Algunos pensadores imaginaron que, en una sociedad perfecta, toda persona que escriba tendría que poder publicar al menos su primer libro. Nuestro mundo está muy lejos de ser ideal, pero hay editoriales pequeñas e independientes que ayudan a que muchas de esas primeras obras existan.
1
En una entrevista de 1985 le preguntaron Ricardo Piglia si la época en que él comenzó a publicar sus textos —la década del sesenta— era más difícil “ingresar a la literatura”. El escritor respondió que no. “Se podía publicar con relativa facilidad un primer libro”, dijo. Y después expresó una idea revolucionaria:
“En realidad, habría que publicar todos los primeros libros que se escriben. Es el mejor momento, el autor es un desconocido, nunca se sabe lo que puede pasar. Tendría que haber una editorial destinada a publicar solo primeras obras. Sería un material fantástico, decenas de libros, se podría tener una idea de cómo funciona realmente la literatura argentina. Una especie de publicación obligatoria, sería extrañísimo, aparecerían los libros más insólitos. Las cosas, por supuesto, suceden al revés. Solo publican los que ya publicaron. Por eso es tan monótona la literatura argentina”.
La entrevista fue publicada en el diario La Razón, de Buenos Aires, y luego incluida, bajo el título “Novela y utopía”, en el libro Crítica y ficción, que reúne charlas y ensayos de Piglia y cuya primera edición apareció en 1986.
2
La cabaña del Tío Tom y Ben-Hur son títulos que nos suenan a todos. Eran, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, los libros más vendidos en Estados Unidos. Muy distinto es el caso del que ocupaba el tercer puesto en ese ranking de popularidad: Looking Backward, 2000-1887, novela de Edward Bellamy publicada en 1888. Este libro casi olvidado cuenta la historia de un hombre que permanece en un trance hipnótico durante más de un siglo y despierta en el año 2000. Se encuentra con una realidad absolutamente distinta de la que había sido la suya: es un mundo perfecto, sin clases, donde se han abolido la propiedad privada y el dinero y todos tienen las mismas posibilidades.
La novela no tiene, es cierto, grandes méritos literarios. La trama del trance hipnótico es solo la excusa que el autor necesitaba para explayarse en larguísimas descripciones (las que el protagonista recibe del hombre que lo ha sacado de su letargo) acerca del funcionamiento del nuevo mundo. Fue su mensaje, el sueño de una utopía realizada, el responsable del éxito de Looking Backward.
Según detalla Erich Fromm en un prólogo escrito para una reedición en 1960, el libro no solo vendió millones de ejemplares y fue traducido a más de veinte idiomas, sino que es “uno de los libros publicados en todos los tiempos que casi inmediatamente después de su aparición originaron un movimiento de masas”: entre 1890 y 1891 se crearon en Estados Unidos 165 “clubes Bellamy”, dedicados a la discusión y propagación de sus ideas, y se publicaron, en el mismo período, 46 novelas utópicas, estimuladas por este boom. En España, quizá por causa de la crisis, la novela ha tenido algunas versiones recientes, como la de la editorial Capitán Swing, que la tradujo con el título de El año 2000, o la de Akal, que prefirió la fidelidad al original: Mirando atrás.
Seguir leyendo en Letras Libres.
Si quieres estar al día de las actividades, colecciones, propuestas, cursos, información destacada semanalmente del sector del libro y la cultura, además de disponer de ventajas y promociones DATE DE ALTA en el Boletín semanal de Trama Editorial.¡NO TE ARREPENTIRÁS!
Si únicamente quieres recibir información de nuestras novedades. Lo puedes hacer aquí: acceder.