EL ESPÍRITU DE»APOSTROPHES»
PIERRE NORA: Después de quince años, ¿de qué programas se acuerda más? Y si, como intuyo, son los monográficos en los que usted conversa con un solo escritor, ¿no le hace esto plantearse, retrospectivamente, el formato del programa?
BERNARD PIVOT: Tiene toda la razón al creer que las conversaciones, que Nicolas Ribowsky filmó con sumo cuidado, con Jouhandeau, Yourcenar, Cohen, Solzhenitsyn, Lévi-Strauss, Dumézil, Simenon, Guilloux, Dolto, Jules Roy, François Jacob, Étiemble, etc., son las que me han dejado el recuerdo más perdurable. En primer lugar, porque se grabaron en sus respectivos domicilios, de donde yo salía con el estado de ánimo de un conquistador que se ha colado en la intimidad de «un gran hombre» y también con la deliciosa sensación de ser un ladrón y un predador. Y después, porque no hay nada tan emocionante para el periodista, para el escritor y para el telespectador que el ping-pong de preguntas y respuestas, que resulta inviable en un programa largo con varias personas en un plató, sobre todo si se aspira a que todas ellas participen con espontaneidad.
De todas formas, sigo afirmando que el éxito de Apostrophes se debe a la puesta en escena temática en torno a una mesa baja, en directo y en estudio. Y que no me equivoqué al recurrir a las conversaciones a dos bandas sólo de forma excepcional. Cincuenta y dos conversaciones al año me habrían obligado a invitar a escritores que no merecían tanta atención y habrían trivializado el formato. Precisamente porque aquellas conversaciones en casa de un escritor eran una rareza y rompían el curso habitual de Apostrophes, resultaban tan relevantes.
Ir a El Boomeran(g)
Comprar libro.
Si quieres estar al día de las actividades, colecciones, propuestas, cursos, información destacada semanalmente del sector del libro y la cultura DATE DE ALTA en el Boletín semanal de Trama Editorial.¡NO TE ARREPENTIRÁS!