En 1830 sirviendo de ministro del Interior del Reino Unido, Lord Melbourne profirió una frase por la que se le sigue recordando: «¡Qué Dios ayude a los ministros que se inmiscuyan en las artes!». Con esto evidenciaba que no es una tarea fácil diseñar políticas culturales o fijar objetivos para un campo difícil de gobernar como es el de la cultura. Algo así podría haber pasado por la cabeza del secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, que ha presentado el Plan 2020, un proyecto impreciso, sin calendario ni presupuestos asignados, en el que se enuncian 150 medidas de forma genérica y sin concreción. En ese sentido, más que un plan, es un compendio de intenciones. Sin duda, no es el proyecto que esperaba un sector cultural maltratado por la crisis y que ha padecido un abandono y maltrato institucional evidente durante estos últimos años.
El documento presentado llama más la atención por los debates sociales que están ausentes que por las medidas que en él se presentan. De esta forma la precariedad laboral de trabajadoras y trabajadores de la cultura ni se enuncia, los problemas de desigualdad de género tan presentes en el sector no se contemplan, no se aborda el estado lamentable en el que se encuentran muchas de las infraestructuras culturales que nacieron al calor de la burbuja financiera, no hay medidas concretas para fomentar la transparencia y acabar con la corrupción en instituciones culturales y la rebaja del IVA cultural tan demandada por los sectores tan sólo aparece de refilón (literalmente sólo se anuncia la «disminución progresiva de la imposición indirecta que afecte al ámbito cultural en colaboración con el Ministerio de Hacienda y Función Pública»).
Seguir leyendo en eldiario.es
Si quieres estar al día de las actividades, colecciones, propuestas, cursos, información destacada semanalmente del sector del libro y la cultura DATE DE ALTA en el Boletín semanal de Trama Editorial.¡NO TE ARREPENTIRÁS!
Si únicamente quieres recibir información de nuestras novedades. Lo puedes hacer aquí: acceder.