Me llamo Elena Cabrera.
Me gusta leer porque lo real y lo irreal no existe sólo en el mundo de los cuerpos sino también en el mundo de las palabras.
Cuando tenía doce años quería ser periodista. Hoy soy periodista.
Cuando me toca contarle a un extraño en una boda por qué me gusta leer o ando entre libros le digo que no haga preguntas estúpidas.
Mi día a día es más bien así: por la mañana cuido de mi hija y por la tarde trabajo como periodista freelance desde el estudio de mi propia casa.
Lo más raro que me ha sucedido nunca fue cuando, hace una semana, un anciano desconocido me llamó por mi nombre en un autobús sin que yo me hubiera presentado.
Si te dedicas a lo mío la gente no dejará de tocarte las narices con la idea de que el periodismo está en manos de tertulianos.
He perdido el entusiasmo por lo que hago cuando he trabajado para grandes multinacionales.
Sin embargo, lo mejor de mi trabajo, sin duda, es que alguien te dé las gracias por contar su historia. Mi experiencia personal es que la gente no quiere ver su nombre escrito como protagonista de una historia triste.
El mejor día que recuerdo en el trabajo fue cuando… no, no recuerdo ningún día mejor que cualquier otro.
Cuando quiero tomarme un descanso me dedico a escribir emails personales.
Así es como veo el futuro de mi profesión: los medios importarán cada vez menos y los periodistas trabajaremos directamente para quien quiera leernos. Publicaremos nuestros reportajes como ebooks. La mayor parte del periodismo será low cost y fritanga. Habrá un perdiodismo social fuerte y bien arraigado (serguramente mal pagado) que la gente entenderá casi como un servicio público, pero será un bien común y colectivo.
Eso sí, si un día logro jubilarme querré pasar el tiempo que me queda en una casa junto al mar, escribiendo novelas y leyendo libros y periódicos, ambas cosas siempre en pantallas digitales.
El último libro que he leído ha sido Cómo ser mujer, de Caitlin Moran.
Y lo conseguí en la tienda Kindle de Amazon.