Dos situaciones, muy relacionadas entre sí, hacen sentir mal a algunas personas. Una: comprar libros y luego no leerlos. La otra: comprar libros cuando se tienen en casa libros sin leer. Esta última suele ser, claro, consecuencia de la primera.
Esto es un problema en casos patológicos: el de la bibliomanía, considerado un trastorno obsesivo-compulsivo, o el de alguien que gasta todo su dinero en libros, e incluso se endeuda, y luego no tiene para comer o para pagar el alquiler. Pero estos son casos puntuales. La gran mayoría de las personas a las que me refiero en el primer párrafo no padecen de estos males. Simplemente les gustan los libros: leerlos y comprarlos.
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