Me llamo Glòria Pérez-Salmerón
Y en el sector del libro se me conoce como una bibliotecaria activa a nivel europeo e internacional que en estos momentos está trabajando en la campaña The Right of e-reading, legalized! es decir, El derecho a leer en electrónico, ¡marco legal ya!. Una campaña con la que EBLIDA, el European Bureau of Library, Information and Documentation Associations, y las asociaciones nacionales de bibliotecarios de Europa buscan concienciar a políticos, bibliotecarios y ciudadanía en general sobre los obstáculos a los que se enfrentan las bibliotecas en el entorno digital, y la necesidad de un marco legal justo para la adquisición y préstamo de libros electrónicos.
Me gusta leer porque la LECTURA me hace sentir, vivir, relajarme, gozar, apasionarme, aprender y desarrollarme intelectualmente.
Cuando tenía doce años quería ser bibliotecaria, de hecho casi ya lo era porque de niña fui una de las encargadas de la biblioteca de mi escuela.
Hoy sigo siendo una bibliotecaria entusiasta.
Cuando me toca contarle a un extraño en una boda por qué me gusta leer o ando entre libros le digo que me gustaría dedicar más tiempo a la mejor de las actividades que ha inventado la humanidad, la lectura.
Sin embargo, en realidad mi día a día es más bien así: lectura de literatura gris, informes y más informes, memorias y más memorandos.
Lo más raro que me ha sucedido nunca y de lo que me cuesta recuperarme cada vez más es el ver alejados de mi entorno a mis compañeros y colegas tras dejar un cargo. La vida muestra una cruda faceta en el ‘postcargo’.
Y lo peor lo impotente que me sentí ante la enfermedad y la muerte de mi joven padre, leí para saber qué enfermedad tenía y para aprender a cuidarle. Ocurrió antes de la explosión de internet por lo que los libros de la biblioteca pública fueron la mejor de mis fuentes.
Aún más, si te dedicas a lo mío la gente no dejará de tocarte las narices con la letanía del fin de las bibliotecas y qué se yo cuantas cosas más sobre la que nos avecina con la producción de tantos Domegemegrottebytes de información.
He perdido el entusiasmo por lo que hago cuando veo falta de rigor a mi alrededor y las injusticias me sacan de quicio.
Sin embargo, lo mejor de mi trabajo, sin duda, es visualizar, con la entrega y la tenacidad necesarias, como puedes mejorar muchos aspectos del servicio público.
El mejor día que recuerdo en el trabajo fue cuando me llamó la Ministra de Cultura Dña. Ángeles Gónzalez-Sinde y me preguntó si quería ser directora de la Biblioteca Nacional de España.
Cuando quiero tomarme un descanso me dedico a leer, cocinar para mi familia, nadar, patear una ciudad y a chatear con los amigos.
Así es como veo el futuro de mi profesión: la veo toda en una, quiero decir que los que nos dedicamos a archivos, bibliotecas, documentación, gestión de información, curadores de contenidos, communities managers y otras hierbas vamos a ser una única profesión. De hecho ya deberíamos serlo.
Eso sí, si un día logro jubilarme querré pasar el tiempo que me queda leyendo, escribiendo una novela y escuchando a gente inteligente.
Y lo conseguí en casa de unos amigos muy buenos lectores que me prestan libros cada vez que les voy a visitar.
Y el primero que recuerdo que leí fue Mujercitas, una novela de Louisa May Alcott, se lo cogí a mi madre de su mesilla de noche y lo leía mientras ella trabajaba.
Me gustaría añadir que me gusta leer los labios de las personas cuando voy en el tren y con lo que hablan o expresan me encanta imaginar sus vidas.