Javier García Clavel. Un estado de ánimo | Trama Editorial

Javier García Clavel. Un estado de ánimo

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Me llamo… Javier García Clavel, para la cuadrilla últimamente Clavel y para la pre-escolar, primaria, secundaria y Bachillerato, Javi.
Y en el sector del libro o como mero lector se me conoce como…algo confuso, la verdad. Tengo que trabajarme más la imagen de marca.
Me gusta leer porque… Me sigue enseñando cosas de las personas y del mundo. Y porque se me pone cara de interesante (si consigo cerrar la boca y no musitar –verbo tremendo éste-).
Cuando tenía doce años quería ser…No me acuerdo bien. Supongo que futbolista, porque era bastante bueno y tenía suerte. Soñaba con el Bernabeu lleno de gente durante una temporada, me acunaba. En Bachiller quise ser médico, y psicólogo industrial/empresarial (no sabía qué era eso, pero un profesor nos dijo a mí y a un compañero que nos pegaba ese trabajo).
Hoy soy… profesor y técnico editorial. Ayudo a escribir y enseño a leer y escribir. Este año me paso el día hablando de literatura: pobre sociedad contemporánea navarra, qué paciencia tendrá que tener. He vendido libros y no descarto y sí amenazo con volver a hacerlo.
Cuando me toca contarle a un extraño en una boda por qué me gusta leer o ando entre libros le digo que… me gusta leer porque los libros me enseñan cosas, cómo soy y cómo es el otro, ella misma que me pregunta (eso les suele conmover). De todas formas, trato de no ir a bodas a no ser que sean autogestionadas. La gente se gasta unos dineros que madre mía.
Sin embargo, en realidad mi día a día es más bien así: Me paso el día en facebook, lamentablemente. Pero cuando soy formal, leo un rato (como hace el galerista Nacho Ruiz, a primera hora, cuando el mundo está dormido), corrijo para un par de editoriales, textos de amigas y amigos… Y enseguida me pongo a preparar las clases y talleres de por las tardes.
Lo más raro que me ha sucedido nunca fue cuando… Acabo de empezar, no me ha dado tiempo aún a que me pase algo raro. Tengo una amiga que absorbe cosas raras, con ese imán cerca a mí no me toca nada. Y no me parece mal.
Y lo peor… No sé y no contesto. Soy en general positivo y tengo memoria de pez. Ayer leí a Chantal y decía –es sabiduría popular, me parece- que tenemos el recurso natural de olvidar lo malo. Pues eso.
Aún más, si te dedicas a lo mío la gente no dejará de tocarte las narices con… el tema del dinero. Y algunos padres de algunas parejas te dirán que a dónde vas, lo que quizá te dificulte un poco la estrategia de acercamiento. El otro día un empresario corrupto y drogadicto, que me cayó bien, me dijo que yo le daba pena, porque siendo profesor no ganaría dinero jamás.
He perdido el entusiasmo por lo que hago cuando… Es que no lo he perdido. Soy duro de roer. Y cuando lo pierda no te lo voy a decir, muchacho, me iré a correr un rato o veré a Phoebe en algún capítulo de Friends. Hay un truco, si te lo puedes permitir: meterte sólo en proyectos que te interesan verdaderamente, con las dos manos. Cuando empiezas a trabajar un poquito –muy poco, pero un poquito- a desgana, te estropicias.
Sin embargo, lo mejor de mi trabajo, sin duda, es… que a la gente le llegue lo que dices, que la gente se descubra en su escritura, que la gente esté satisfecha con un libro que ha escrito, sentir cosas leyendo. En clase pasan cosas muy especiales. Y en los talleres, con las adolescentes, los adolescentes y las adultas y adultos, también.
El mejor día que recuerdo en el trabajo fue cuando… Trabajé unos meses en Valdeska, en Valencia, y fue maravilloso cada día (también cuando estaba leyendo tan tranquilo y mi querido jefe me dijo que qué, que venga, que había que vender libros, que algo habría que hacer). Todos los días que trabajé en Pre-Textos, y las cenas a las que sigo yendo siempre que puedo con Manolo, Manolo y Silvia.
Cuando quiero tomarme un descanso me dedico a… ver la tele (en general y en comercial), a hacer deporte, a pasear, a estar con gente.
Así es como veo el futuro de mi profesión… Bien. Tenemos la capacidad de trabajar en las condiciones actuales, de adaptarnos. De ir al origen de lo que hacemos con las letras y trabajar a partir de ahí. En eso no hay competencia.
Eso sí, si un día logro jubilarme querré pasar el tiempo que me queda… Creo que de editor o de profesor no hay jubilación, porque lees y enseñas y eso no tiene edad. Lo que cambiará serán los horarios.
El último libro que he leído ha sido…Egos revueltos, de Juan Cruz, en Tusquets. Me lo he pasado muy bien. Asignatura obligatoria y muy agradable lectura.
Y lo conseguí en… la biblioteca.
Y el primero que recuerdo que leí fue…Uf, ni idea. Sé que leía mucho de Los Cinco, y me recuerdo paseando con El caballo rojo y quizá de los primeros que me compraron fue Pipeto, el monito rosado, que leí con una linterna en una noche (era muy breve). También unos años después leí sin parar a Grisham. Y no sé por qué, en mi casa había una antología de Gerardo Diego y flipé una temporada con sus poemas ultraístas. En resumen, que no sé cuál fue mi primer libro.
En mi mesilla tengo ahora para leer…Los diarios filosóficos de Chantal, en Pre-Textos (Filosofía en los días críticos). Unos puntitos y a dormir (ha sonado anciano, pero es lo que hay hoy).
Me gustaría añadir que… es bastante probable que todo lo que he dicho en esta entrevista sea cierto. Y de pasó –o digo dónde se puede pillar- gramos de ánimo para aquellas y aquellos que estén un pelín atorados. Como en las clases, trabajar en este mundo es, primero, ánimo, y eso no se compra pero sí se pilla. Pedidme el mapa con los puntos de recogida de ánimo; tiene licencia creative commons, es prácticamente gratuito y se puede descargar. También hay versión en papel, preciosa.
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