Me llamo… Joana Carro.
Y en el sector del libro o como mero lector se me conoce como… Joana Carro.
Me gusta leer porque… es mi refugio, en un libro (o en una película, o en una serie de televisión) me olvido de mí misma. Me gusta reconocerme en las palabras de otro, recordar, de alguna forma, lo que nunca he vivido.
Cuando tenía doce años quería ser… astronauta y pianista.
Hoy soy… coordinadora editorial en Sílex ediciones. Dirijo una colección que acabamos de lanzar y que se llama Mundos Posibles. Se llama así porque parto de que todo texto es, en mayor o menor medida, ficcional, se presente como histórico o como literario. Todo texto crea un mundo semánticamente distinto al mundo real, por mucho que se le parezca, y este se rige por sus propias normas. En cada libro de la colección se enfrentan dos textos, uno por cada lado, que abordan desde distintas perspectivas una misma realidad. También me encargo de otro proyecto que estará listo en unos meses, un nuevo sello editorial dedicado al libro infantil que se llamará Silonia.
Cuando me toca contarle a un extraño en una boda por qué me gusta leer o ando entre libros le digo que… seguramente traería a colación a alguien a quien admiro y cuyas palabras he acabado haciendo mías. Kermode decía que leemos para dar sentido a nuestras vidas, porque llegamos al mundo cuando la historia ya ha empezado y nos vamos sin previo aviso, antes de que termine. No asistimos a la conclusión de nuestro propio final y de alguna forma son los finales de las ficciones los que nos permiten dar sentido a las historias, nos permiten crear estructuras. Por eso leo, para encontrar estructuras donde no las hay.
Sin embargo, en realidad mi día a día es más bien así… lecturas a contrarreloj para llegar (¡cuanto antes!) al final de los libros. Hay mil detalles de los que estar pendiente y, de alguna forma, eres responsable de que todo sea lo más perfecto y correcto posible y cuando no sucede, el error no es uno sino que se multiplica por el número de ejemplares que tenga la tirada. El día a día va de aceptar cada vez un poquito mejor tus propios errores, porque una vez impresos, no se pueden borrar.
Lo más raro que me ha sucedido nunca fue cuando… encontré un número de teléfono anotado en un libro de la biblioteca. Tuve una conversación con aquella persona por whatsapp de lo más extraña.
Y lo peor… una vez asumí la responsabilidad de terminar de editar un libro a tiempo para que la viuda de su autor, ya muy mayor, llegase a verlo publicado. Sacrifiqué ciertos aspectos de la edición por ganar tiempo y aun así no lo conseguí. Fue difícil porque hiciese lo que hiciese sentía que no estaba haciendo lo que debía.
Aún más, si te dedicas a lo mío la gente no dejará de tocarte las narices con… la desaparición del libro en papel. Llevamos debatiendo sobre los formatos desde el principio de los tiempos de la cultura escrita. Hay espacio para todo, el papel no muere porque aparezca otra cosa, pasa a ser algo distinto y no necesariamente menos valioso.
He perdido el entusiasmo por lo que hago cuando… pienso en lo antiecológico que es el sistema. No creo que debamos dejar de hacer libros, pero sí deberíamos (me incluyo) ser un poco más conscientes de la procedencia del papel que usamos para producirlos. También creo que hay algo que no marcha cuando hay millones de libros que se mueven para alimentar un modelo de negocio basado en producir por producir. Muchos libros acaban destruyéndose antes de enviarse a un sitio en el que puedan ser útiles.
Sin embargo, lo mejor de mi trabajo, sin duda, es… cuando llega algún email de un lector agradecido por la publicación de un libro en el que has trabajado. Hace que tenga sentido.
El mejor día que recuerdo en el trabajo fue cuando… pusieron en mis manos el primer libro en el que trabajé.
Cuando quiero tomarme un descanso me dedico a… me voy de viaje.
Así es como veo el futuro de mi profesión… en perpetua transición (y creo que es algo bueno).
Eso sí, si un día logro jubilarme querré pasar el tiempo que me queda… seré astronauta y pianista, seguramente.
Y lo conseguí en………. me lo regaló mi querida madre.
Y el primero que recuerdo que leí fue… recuerdo un libro sobre los gnomos que me tenía absolutamente fascinada. Era un libro de la biblioteca pero yo renovaba el préstamo una y otra vez y llegué a tenerlo en mi casa durante más de un año.
En mi mesilla tengo ahora para leer… un montón de libros infantiles maravillosos venidos de todos los puntos del globo. Algunos puede que pronto pasen a formar parte del catálogo de Silonia.