Lorena Fernández Álvarez. Un estado de ánimo | Trama Editorial

Lorena Fernández Álvarez. Un estado de ánimo

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Me llamo… Lorena Fernández Álvarez. 
Y en el sector del libro o como mera lectora se me conoce como… Loretahur.
Me gusta leer porque… a través de los libros corro, vuelo, nado, mido dos metros o apenas diez centímetros, soy un ser humano o un animal, doy varias vuelta alrededor del mundo, me conecto y me desconecto, vivo en diferentes siglos y épocas, etc. En definitiva, me meto en muchas pieles que no son la mía con apenas pasar las páginas.
Cuando tenía doce años quería ser… mayor. Y ahora quiero volver a ser una niña. En ambas ocasiones lo he conseguido a través de los libros.
Hoy soy… procrastinadora hasta límites insospechados. Lo que aún me deja algo de tiempo para desempeñarme como Directora de Identidad Digital de la Universidad de Deusto. Ingeniera en cuerpo y alma, con lo que eso conlleva tanto para mi pensamiento cuadriculado profesional como para el personal. Además de esto, una persona poco asertiva que se deja enredar en otros menesteres (de los que disfruto enormemente) como es el caso de Doce Miradas, Radio Bilbao, Aprendices, Descubre Japón, … 
Cuando me toca contarle a un extraño en una boda por qué me gusta leer o ando entre libros le digo que… no me gusta. Como buena tahúr, una no puede desvelar todos sus cartas en la primera jugada. De hecho, yo no hablo de lecturas con cualquiera, porque a través de lo que lees estás descubriendo parte de tu espíritu. Eso sí, no respondo de mi lengua tras tres gin-tonics.
Sin embargo, en realidad mi día a día es más bien así:… cada minuto de cada día está programado para una o varias actividades, restando esto horas al sueño y a la lectura. Así que la pobre tiene que compartir su espacio y tiempo, durante los desplazamientos en transporte público, con el resto de ocupantes del tren y el tranvía. Es decir, con ruidos, conversaciones, sonidos de dispositivos electrónicos… De vez en cuando, se pone celosa y reclama su exclusividad, arrastrándome al “rincón de pensar” de mi casa, para que el silencio y la quietud bloqueen mis sentidos en esa única tarea. De hecho, me pide que apague móviles, ordenadores y tabletas para que ninguna notificación de una red social rompa ese encanto.
Lo más raro que me ha sucedido nunca fue cuando… en uno de esos viajes en transporte público, ensimismada en mi libro, llegué a una parte de la historia que supuso un vuelco en la misma. En ese momento un exabrupto salió de mi boca a un nivel bastante audible, lo que hizo que mis compañeros de asiento se sobresaltaran sobremanera.
Y lo peor… que soy incapaz de dejar un libro a medias, por muy malo que sea. No sé si es por optimismo de que todo puede mejorar o más bien porque pienso que quizás entre tanto bodrio se puede esconder una perla que me perderé. Estoy tratándome esta anomalía, sin mucho éxito por el momento.
Aún más, si te dedicas a lo mío la gente no dejará de tocarte las narices con… la típica frase de “vaya, vaya… la directora de identidad digital con un libro de papel en la mano”. Pero qué queréis que os diga: yo soy una fiel creyente de la erótica del papel. Su tacto y olor (aunque la celulosa de hoy en día tiene un mal envejecer) son placeres sensoriales que aún no he encontrado en mi ebook, al que también adoro porque me ha ahorrado unos cuantos dolores de espalda.
He perdido el entusiasmo por lo que hago cuando… Aún no ha llegado ese momento. Y doy gracias porque cuando eso ocurra, tendré que cambiar de tercio. No me imagino “gastando” tantas horas de mi vida en algo que no encienda mi espíritu (de hecho, espero que nunca las circunstancias de la vida me obliguen a ello).
Sin embargo, lo mejor de mi trabajo, sin duda, es… relacionarme con las personas que componen mi organización y mis redes (tanto analógicas como digitales). Personas que me sorprenden todos los días, casi siempre de forma positiva, y de las que aprendo. Siempre cuento que cuando me decanté por la ingeniería como carrera, una de las razones que me empujaron a ello fue la idea de relacionarme exclusivamente con máquinas deterministas, que a unas mismas entradas, devuelven inmutablemente las mismas salidas. Tras finalizar mis estudios comprobé que detrás de toda máquina hay una persona totalmente indeterminista, pero que eso es lo excitante de la vida.
El mejor día que recuerdo en el trabajo fue cuando… cualquiera en el que haya perdido la noción del tiempo. De hecho, he huido de los trabajos en los que me pasaba lo contrario: miraba el reloj cada cinco minutos esperando que llegara la hora de salida.
Cuando quiero tomarme un descanso me dedico a… estar con los míos, a poder ser desconectada (sin teléfono móvil ni conexión a internet). Después de tantos emails, tuits, posts, y demás contenidos digitales leídos, necesito hacer cura de desintoxicación.
Así es como veo el futuro de mi profesión… incierto. Y no lo digo por la volatilidad del empleo en este país, sino más bien porque me dedico a la comunicación digital, un mundo que cambia a una velocidad abismal. Hay días en los que grito aquello de “Que pare el mundo, que me bajo”. Otros en los que disfruto porque la monotonía no forma parte de mi diccionario. Lo único que tengo claro del futuro de mi profesión es que aún no está escrito y quién sabe, quizás lo pueda escribir yo.
Eso sí, si un día logro jubilarme querré pasar el tiempo que me queda…viajando y, con lo que disfruto aún más que es preparando esos viajes. Que los libros vayan familiarizando a mis ojos con lo que luego contemplaré sin hojas de por medio. Pero ahora en serio, ¿qué es eso de la jubilación? No lo he encontrado en la RAE…
El último libro que he leído ha sido… El Japón de Murakami, de Carlos Rubio. Un obra estupenda para conocer con mayor profundidad la cultura y costumbres del país del Sol Naciente a través de las obras del peculiar escritor japonés.
Y lo conseguí en… la biblioteca pública de la Alhóndiga (Bilbao).
Y el primero que recuerdo que leí fue… El pirata Garrapata de Juan Muñoz Martín.
En mi mesilla tengo ahora para leer…  La ballena y el reactor: Una búsqueda de los límites en la era de la alta tecnología de Langdon Winner. Estupenda obra para que reflexionemos sobre si la tecnología tiene o no ideología.
Me gustaría añadir que… como no podía ser de otra manera, he procrastinado enormemente para escribir este estado de ánimo. Pero eso no quita para que haya disfrutado también enormemente.
Algunos enlaces:
Mi blog, en el que escribo de vez en cuando: http://blog.loretahur.net .
Mi Twitter, por donde me prodigo más: @loretahur.
Como soy una apasionada de la fotografía, mi cuenta de Flickr (https://www.flickr.com/photos/loretahur) e Instagram (http://instagram.com/loretahur).
Ahora tengo una nueva pasión: Japón, así que tenemos versión tuitera (https://twitter.com/descubreJapon) y facebookera (https://www.facebook.com/DisfrutaJapon). 


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