Me llamo Lucía Cobos
Y en el sector del libro o como mera lectora se me conoce como… en los últimos años he pasado de ser Lucía Edere a ser Lucía la de Sevilla que se vino a Madrid, Lucía Cobos, Lucía la de La Central, Lucía Cobos, Lucía, Lu.
Me gusta leer porque dejo de ser yo, porque aprendo, porque me río, porque lloro. Porque vivo. ¿Quién te ha dicho que me gusta leer?
Cuando tenía doce años quería ser… justo hasta los 12 tenía clarísimo que yo iba a ser médico. Me operaron. Y no me gustaron ni el susto ni la experiencia en el hospital. Sigo teniendo esa espinita y me gusta aprender cosas de enfermedades y medicinas. He visto varias veces “ER”. Igual me convalidad un par de cursos.
Hoy soy… gabinetera especializada en el sector editorial y en perfusión (sí con “f”). Y lo que surja. (O una consultora de comunicación, centrada en el sector del libro y en los perfusionistas, dispuesta a aprender).
Cuando me toca contarle a un extraño en una boda por qué me gusta leer o ando entre libros le digo que… Es que… ¡mis amigos no se casan! Suelo decir que intento huir de los libros, pero ni puedo ni me dejan.
Sin embargo, en realidad mi día a día es más bien así: bicheo en internet, contesto correos, persigo a periodistas, escribo correos, leo artículos, hago listas de cosas pendientes, cocino poco y veo series.
Lo más raro que me ha sucedido nunca fue cuando… hace diez años que pastoreo escritores. Me ha pasado (casi) de todo y (casi) nada ha sido del todo normal.
Y lo peor… los proyectos interesantes y emocionantes en los que puse, sin medida, trabajo, ilusión y ganas, que resultaron ser grandes decepciones.
Aún más, si te dedicas a lo mío la gente no dejará de tocarte las narices con que les cuentes batallitas, lo caro que son los libros y la piratería digital.
He perdido el entusiasmo por lo que hago cuando me encuentro con falta de profesionalidad, cuando me decepcionan proyectos o personas, cuando me cuentan que de cuatro clases de Bachillerato ningún chaval ha recibido un libro como regalo estas navidades.
Sin embargo, lo mejor de mi trabajo, sin duda, son las personas. Y algunos de los libros.
El mejor día que recuerdo en el trabajo fue cuando… No es uno, son muchos, y no voy a hacer ahora este ejercicio de melancolía. Muchos. Soy una afortunada, recuerdo muchos “mejores días” en el trabajo.
Cuando quiero tomarme un descanso me dedico a… huyo al campo o al mar.
Así es como veo el futuro de mi profesión… complicado e imprescindible.
Eso sí, si un día logro jubilarme querré pasar el tiempo que me queda… paseando por el campo, mirando al mar, leyendo, queriendo. ¿De verdad creéis que voy a poder jubilarme algún día?
El último libro que he leído ha sido… Perdida, de Gillian Flynn
Y el primero que recuerdo que leí fue… imposible, recuerdo muchos sin orden cronológico. Cuentan que hasta que aprendí a leer (gracias a mi maestra Vicenta y a la frase “Qué bien, ya estamos en primero”) me pasé dos años preguntando “¿Aquí que pone?” y después ya me puse a leer cuentos como si no hubiera un mañana. Noches escondida debajo de la manta, parapetos para que a mi hermano no le molestara la luz. Hasta los 14 años me recuerdo leyendo sin parar. A los quince llegó el primer libro adulto que recuerdo El barón rampante. Y entendí el mensaje: se puede ser rebelde, puedes vivir en los árboles, sin dejar de vivir en sociedad.
Me gustaría añadir que… en mi lista de propósitos de año nuevo estaba contestar a este cuestionario que los amigos de Texturas me hicieron llegar hace seis meses. ¡Y sólo he tardado quince días! Este 2014 va a ser un año raro. Además de darles las gracias por obligarme a pensar (poco) sobre mi relación con los libros.
Lucía en