No hace falta haber estudiado marketing para saber que los productos tienen un ciclo de vida, y que en el caso de los productos editoriales cada vez es más corto, y en algunos casos dura menos que un suspiro, pero lo que me preocupa es el ciclo de vida de las marcas editoriales, pues éstas también responden a ese mismo concepto.
En un mundo editorial en el que existe una enorme polución mediática, con más de mil editoriales enviando mensajes al mercado, las marcas, deben hacerse oír, pero la multiplicación constante de la oferta de productos termina por crear una especie de muro opaco, formado por miles de productos sin identidad ni nombre de los que el consumidor sólo alcanza a diferenciar aquellos que mantienen su propio discurso.
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