Me llamo…Mikel Alvira
Y en el sector del libro o como mero lector se me conoce como…Escritor, aunque supongo que como escritor inquieto, polifacético. A veces se me etiqueta de novelista, puede que porque lo que más he publicado ha sido novela, pero me siento autor, inquieto y siempre dispuesto a trasladar mis letras a otros formatos que trasciendan de la novela: cortos, experiencias plásticas sobre tela o papel, diseño de ropa, representaciones escénicas…
Me gusta leer porque…Si no sé no escribir, mucho menos no leer. Leo porque no me concibo sin leer. No es un hábito, es un algo inherente a mi manera de entender la vida.
Cuando tenía doce años quería ser…Escritor, atleta… Puede que músico… No sé. Cuando tenía doce años no me preguntaba esas cosas: corría, escribía y sacaba mis cursos adelante.
Hoy soy…Una persona satisfecha. Escribir es una fuente de satisfacciones, quizás porque escribir, como todo, ha de llevarnos a eso, a vivir felices, completos.
Cuando me toca contarle a un extraño en una boda por qué me gusta leer o por qué ando entre libros le digo que…Uf. Si tengo que contarle a alguien eso, probablemente no me entenderá.
Sin embargo, en realidad mi día a día es más bien así:…Mi día a día es entre letras; letras escritas, leídas, proyectadas. Letras en libretas o letras al ordenador. O letras en tinta sobre telas o cartones. Con todo, mi día a día es mucho más mundano de lo que la gente piensa.
Lo más raro que me ha sucedido nunca fue cuando…Desde enterarme que se habían vendido varios cientos de ejemplares de una novela mía en Nueva York “solo” por haber aparecido en un blog, hasta ser reconocido por una lectora en Córdoba. Alvira reconocido en Córdoba no es algo raro, es algo raro de narices.
Y lo peor… Tener que explicar con demasiada frecuencia que escribir o hablar sobre el acto de escribir es una actividad que merece ser remunerada. Con frecuencia se da por hecho eso de “como no te cuesta escribir”. Nadie llama a un fontanero, un mecánico o un consultor y espera su trabajo gratis. Llevo mal eso de que no se tenga en cuenta el rol profesional del escritor.
Aún más, si te dedicas a lo mío la gente no dejará de tocarte las narices con…Me toca las narices que la gente se meta en mi vida privada. Me toca las narices que a veces la Administración fagocite los esfuerzos de la gente creativa para ponerse medallas. Me toca las narices que usen el epíteto de “poeta” como una actividad menor. ¡Soy poeta y a mucha honra, no me toquéis las narices!
He perdido el entusiasmo por lo que hago cuando…de la Administración se trata. Mi experiencia con las editoriales nunca me ha llevado a perder el entusiasmo, pero sí cuando he bregado con instituciones públicas.
Sin embargo, lo mejor de mi trabajo, sin duda, es…Crear por crear, libre del público y del mercado. No vendo lo que hago; hago y tengo la suerte de vender.
El mejor día que recuerdo en el trabajo fue cuando…No soy mitómano ni acumulador de efemérides. Ha habido muchos momentos buenos. ¿El mejor? Creo que no podría señalar uno.
Cuando quiero tomarme un descanso me dedico a…Correr, supongo.
Así es como veo el futuro de mi profesión…Excitante. No estoy de acuerdo con los agoreros y pusilánimes. Se abren grandes horizontes. O aprendemos o sucumbimos, pero eso es así en cualquier profesión.
Eso sí, si un día logro jubilarme querré pasar el tiempo que me queda…Escribiendo, jajaja.
El último libro que he leído ha sido…Una edición de Las Inquietudes de Shanti Andía comentada por Caro Baroja. Alterno lo último con clásicos y acaba de tocar Baroja.
Y lo conseguí en…El Rastro de Madrid.
Y el primero que recuerdo que leí fue…Serio, largo y con enjundia… Las Inquietudes de Shanti Andía, jajaja.
En mi mesilla tengo ahora para leer…Media docena de libros, de todo tipo, estilo y concepto. Desde uno de Valle Inclán hasta Mark. Z. Danielewski.
Me gustaría añadir que…Escribir es mucho más que teclear. Nunca me siento al teclado si no sé qué voy a escribir, igual que nunca salgo a correr si no me apetece correr. Por eso procuro no desfondarme y siempre que escribo y siempre que corro, acabo con ganas de volver a hacerlo. Escribir es teclear, pero también pensar, corregir, aprender, observar, leer, escuchar, documentarse, esbozar y, sobre todo, borrar.
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