Personalmente, bueno.
Trabajo con personas que están pensando, creando, conversando, compartiendo en red, escribiendo y leyendo. Por todas partes. Y es genial que en medio de todas las formas que hoy tenemos a disposición, muchos sigamos confiando en los libros como canal: corpus en red, en papel o en cualquier soporte electrónico. Es genial, digo, porque alguien tiene que hacerlo y alguien pagar por ello.
Como editor: al final del día uno se siente que es necesario, que su trabajo hace falta, que vale la pena y que para alguien del público, puede resultar un don o una dádiva, un bien, un producto o un servicio, por el que estará dispuesto a retribuir.
Como lector: accedo gracias a la lectura a un corpus como jamás de libros información y conocimiento, en formatos y soportes de todo tipo, que interactúan conmigo, con otras personas y en red, durante la lectura; ya no sólo de palabras escritas. El libro siempre fue más allá de sus páginas. Es su naturaleza: exocerebral.
Como escritor: desarrollo una buena parte de mi actividad por escrito, comparto en Facebook&Twitter, escribo en varios blogs por diversos temas, proyecto ideas y mantengo correspondencia – aquello que llamábamos cartas – con varias personas de diversos países europeos e iberoamericanos. Nunca fue tan fácil, tan ágil, el contacto lecto-escrito.
En un marco definido por el español, aunque trabajamos en inglés y en catalán, me gano la vida en red con otros profesionales, desde mi propia empresa, Pensódromo. Orientados a mercados fragmentados en
porciones pequeñas; proyectos diferentes con características propias adaptadas a cada caso; en los que participamos de manera diversa (como diversa suele ser la financiación y por lo general, la hoja de ruta).
Y, como hombre: más ocupado que preocupado en ser parte de una familia; más ocupado que preocupado por entender lo que nos pasa como sociedad y comprender lo que hacemos, como seres humanos, con lo que nos pasa como sociedad; que ya nunca más, quedará limitada a la idea de “esta donación”. Un ser aquí, ahora y en red.
Una vida y un hacer en ella en todo lo humanamente posible a escala personal; donde las equivocaciones tienen arreglo, los errores pueden corregirse y los viajes, viajarse; donde las metidas de pata –mete la pata quien camina– se pueden asumir con dinero, con trabajo o con ambas cosas; donde las relaciones tienen nombre de pila, gestos y abrazos, y se basan en una confianza generada de a poquito y con buena letra.
En todas partes mucho necio, mucho cretino, mucho ladrón, mucho violento; desviados sin duda de los caminos del amor pero , en todas partes también, gente linda, personas copadas, el personal haciendo cosas interesantes, con quienes vale la aalegría de compartir y participar.
Dentro de los Derechos Humanos, todo. Fuera de los Derechos Humanos, nada.
Pablo Odell / Pensódromo /
www.pensodromo.com/21
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