Me llamo José María Barandiaran aunque los comunes mortales me llaman Txetxu que para más allá de la frontera del Ebro se pronuncia Chechu.
Y en el sector del libro o como mero lector se me conoce como Txetxu.
Me gusta leer porque ¡quién lo sabe! Las razones varían en función de las circunstancias. La lectura me relaja, me interroga, me divierte o preocupa a ratos, me enseña, en ocasiones me aburre, pero, como ha sido fiel conmigo durante muchos años de mi vida, me da un no sé qué el dejarla.
Cuando tenía doce años quería ser nadador. Añoraba el líquido amniótico.
Hoy diría que soy un torero de la vida que cada cinco años más o menos anda cambiando el tercio.
Cuando me toca contarle a un extraño en una boda por qué me gusta leer o ando entre libros le digo que por un lado es mi trabajo y por otro que como estoy chapado a la antigua no sabría vivir sin ella.
Sin embargo, en realidad mi día a día es más bien así: en este último año: madrugo más allá del común de los mortales vascos como si fuera a entrar al primer turno de la fábrica, pero me voy a ver amanecer en Bilbao durante un largo paseo, leo con detenimiento la prensa y me hago el sudoku mientras mi cuerpo sigue suda que te suda. Y a partir de ahí y según como tenga el cuerpo y las ganas, leo, escribo, charlo con gente, quedo a comer o hago la comida para la familia, trasteo en eso que algunos llaman redes sociales, actualizo mi blog y pienso qué hacer a partir de septiembre. Aunque a esto último no le dedico excesivo tiempo que todavía falta mucho.
Lo más raro que me ha sucedido nunca fue cuando me ofrecieron ir al Gobierno Vasco de asesor y además dije que sí. Así que así estoy ahora.
Y lo peor mejor no contarlo que no está el ambiente para decir que lo mío es peor que lo tuyo.
Aún más, si te dedicas a lo mío la gente no dejará de tocarte los huevos con ¡pero bueno no me cobrarás por charlar contigo y que me dés algunas ideas que yo parezco no tener pero tú sí!.
He perdido el entusiasmo por lo que hago cuando se ha cruzado en mi camino algún aprovechado de turno.
Sin embargo, lo mejor de mi trabajo, sin duda, es la buena gente que he conocido y con la que he podido disfrutar de conversación inteligente y amable.
El mejor día que recuerdo en el trabajo fue cuando decidí dejarlo durante un tiempo y tomarme este tiempo sabático.
Cuando quiero tomarme un descanso me dedico a buscar la naturaleza y, a ser posible, solo.
Así es como veo el futuro de mi profesión NEGRO.
Eso sí, si un día logro jubilarme querré pasar el tiempo que me queda casi, casi haciendo lo que ahora hago, pero me da que a partir de septiembre no podrá ser.
Y lo conseguí en un cumpleaños ya que me lo regalaron.
Y el primero que recuerdo que leí fue un libro de Los cinco o Los siete de Enyd Bliton. Guardo un recuerdo especial de esta lectura en el balcón de la casa familiar, sentado en una pequeña silla de paja en un día de verano.
Me gustaría añadir que más nos vale leer que ser leídos.