¿un privilegio que se paga caro? | Trama Editorial

¿un privilegio que se paga caro?

LA_CARA_OCULTA_DE_LA_EDICI-C3-93N

por Martín Goméz
[el ojo fisgón]

Dice Martine Prosper en la introducción de La cara oculta de la edición que ‘el ámbito de lo social es, sin lugar a dudas, el lado oscuro de esta empresa cultural en la que trabajar es un privilegio que se paga caro*. Supongo que el hecho de que Prosper sugiera que trabajar en el mundo de la edición es un privilegio tiene algo que ver con las primeras frases del párrafo inicial tanto de la introducción de su libro como del primer capítulo de éste, cuyo título es “Edición, representaciones y falsas apariencias”:

‘Cuando se habla del mundo editorial pensamos en Saint-Germain-des-Prés, en un oficio dominado por las grandes pasiones, en verdad pobre pero no por ello menos fascinante y prestigiosoCuando se habla del mundo editorial nos centramos en la imagen que la profesión tiene de sí misma y que los medios se encargan de difundir ampliamente. Una imagen un tanto caduca, artesanal, un mundo en blanco y negro (…)’.

‘”¡¿Trabaja usted en la edición?!” En la reacción que suscita la confesión del propio oficio se da una mezcla de admiración, de secreta envidia, de curiosidad interesada (¿el escritor oculto que todos llevamos dentro?), que dice mucho del prestigio que rodea el acto de publicar libros. Es como si acabases de salir del caldero mismo de la creación y estuvieses en posesión de una parte de sus misterios y de su magia… Da igual que te ocupes de cosas que en realidad nada tiene que ver: comercialización, servicio de prensa, contabilidad o logística. El sector en su conjunto está revestido de una aureola de gloria, ha construido el mito y ha sabido hacerlo prosperar (…)’.

Estoy de acuerdo, en muchos sentidos trabajar en edición se paga caro —con frecuencia las condiciones no son las mejores: normalmente se cobra poco y a varios meses vencidos, se trabaja demasiadas horas, los contratos a menudo son precarios (cuando los hay porque en ocasiones no es el caso) y muchas veces los plazos de entrega son bastante estrechos—. Sin embargo, no comparto del todo con Prosper la idea de atribuirle al trabajo en edición el status de privilegio —aunque claro, como están actualmente las cosas en España cualquiera que no esté en el paro puede considerarse un privilegiado—.

Quizás la la idea de trabajar en edición como un privilegio también tenga que ver con el culto a los oficios asociados a ésta, a la palabra impresa en general y al libro en particular —que en mayor o en menor medida practicamos y alimentamos muchas de las personas que trabajamos en el sector—. Y probablemente esta idea también se nutra del hecho de saberse perteneciente a un medio cerrado y practicante de un oficio que contribuye a la producción de bienes con un alto valor simbólico, social y cultural. Sospecho que en últimas esta actitud se deriva de la sensación de que el ejercicio de los oficios de la edición supone una vocación que no todo el mundo tiene y que ésta es la fuente de la satisfacción que produce ganarse la vida haciendo algo que a uno le gusta —lo cual sí que es un privilegio—.

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