Ruediger Wischenbart acaba de presentar una nueva edición de The Digital Consumer Book Barometer con datos sobre la venta de libros digitales que abarca desde 2016 hasta el año 2020 completo.
Esta nueva edición permite un análisis en profundidad de cómo la pandemia ha repercutido en las ventas de libros digitales en media docena de países.
Compra hasta el 3 de julio el artículo completo y todos los contenidos de Texturas 18 en digital por sólo dos euros.
Transcurridos ya más de dos años desde que la edición comenzó el proceso de digitalización y comercialización de contenidos digitales, son muchas las conclusiones que se pueden extraer de la experiencia. En primer lugar el cambio de actitud de la edición española, del «vade retro» inicial al «pase sin llamar» actual; en este sentido, se ha comprobado que la inexistencia de una hoja de ruta de la transición digital ha llevado a numerosos editores a «ir por libre» y dar palos de ciego, cuando no a matar moscas a cañonazos. No es lo mismo obligar a que todo aquel que quiera vender los contenidos españoles deba adaptarse a lo establecido de común acuerdo por la edición, que
ser la edición la que se adapta a los majors, como así ocurre en la actualidad. Y esto es un desastre. En esta línea, cada vez tenemos más claro que se hace imprescindible un centro de análisis y consultoría de datos del propio sector, como servicio a sus agremiados. ¿O sólo sirve la agremiación para ir a la Feria del Libro de Madrid? No es posible tener una carencia de datos tan alarmante, no se puede funcionar con informes de «retrovisor» acerca de lo que ocurrió el año pasado. Se imponen un conjunto de informes de situación, casi en tiempo real, que hagan avanzar la comercialización digital. Vamos a analizar aquí algunos temas sobre los que ya se tienen datos suficientes gracias a la experiencia de estos años, y sobre los que conviene iniciar una reflexión profunda.
El mercado
El mercado está comenzando a moverse, muy lentamente pero se está moviendo. En estos momentos hay editores que aseguran que sus aumentos de ventas (por descarga) están en torno al 400% en su volumen de comercialización con Libranda; el porcentaje, que parece una salvajada, hay que matizarlo debido a que partían de cero y arrancaron con muy poquitos libros electrónicos. Y una cosa son descargas y otra muy distinta beneficios.
El aumento del fondo de catálogo obviamente ha elevado las descargas. En cualquiera de los casos, ni que decir tiene que para alcanzar una masa crítica de base todavía habrá que esperar mucho tiempo. Si, como varios informes aseguran, el parque de dispositivos, entre eReaders y tabletas está en torno a 1 millón, y las expectativas para 2012 es alcanzar 1,8 millones, comienzan a sentarse las bases de una masa crítica de dispositivos que permita evaluar la consistencia del mercado y establecer unas proyecciones juiciosas de evolución posible. Un problema que aparece en el horizonte es el de los descensos en precios, cuya horquilla de comercialización en compra por impulso se sitúa ya por debajo de 8 euros; a esto hay que añadir el problema acuciante de renta que tienen los jóvenes, más que castigados por el impacto del decrecimiento salarial y la polarización de las rentas, lo que nos lleva a pensar en un decrecimiento todavía más fuerte de los precios. Si los editores esta disconformes con estos precios de ganga, los usuarios también. Los contenidos de calidad pueden no valer un euro.
Para seguir leyendo, compra hasta el 3 de julio el artículo completo y todos los contenidos de Texturas 18 en digital por sólo dos euros. Acceder.
Manuel Gil es coautor de dos de los títulos publicados en la colección Tipos móviles:
Compra hasta el 19 de junio el artículo completo y todos los contenidos de Texturas 20 en digital por sólo dos euros.
Uno de los errores más frecuentes que cometemos al intentar resolver un problema consiste en no saber distinguir si se trata de un nuevo problema, de un problema antiguo que ya fue resuelto o de una nueva forma de un viejo problema. La irrupción de lo digital en el mundo del libro se nos aparece a priori como algo absolutamente novedoso, y como toda novedad provoca a la vez atracción y rechazo, admiración y temor. Sin embargo, si bien la tecnología digital es relativamente reciente, y su utilización para la fabricación de productos editoriales lo es más aún, no todas las transformaciones que de allí se desprenden ocurren por primera vez en la historia del impreso.
Quizá, por tanto, resulte interesante intentar comprender qué hay de nuevo en el mundo del libro como consecuencia de la aparición de la tecnología digital, y qué, por el contrario, encuentra en el pasado momentos semejantes.
«La revolución en la tecnología de la información —afirma Nate Silver en un libro reciente— no se produjo con la llegada del microchip, sino con la imprenta.» El invento de Gutenberg de 1440 permitió que la información se volviera disponible para las masas, y la explosión de las ideas que eso provocó tuvo consecuencias inesperadas y efectos impredecibles. Los libros, claro, existían antes de Gutenberg, pero, dice Silver, no eran ni ampliamente escritos ni ampliamente leídos. Eran, de hecho, objetos de lujo para la nobleza y el clero, producidos ejemplar por ejemplar por los escribas. El costo promedio de reproducción de un manuscrito era de alrededor de 1 florín cada cinco páginas, que, en valores actuales, es el equivalente de unos 200 dólares. Obtener un ejemplar completo podía costar alrededor de 20.000 dólares.
Por añadidura, es muy probable que cada ejemplar estuviera plagado de errores, a los que se añadían los errores de la copia anterior, haciendo que los errores se multiplicaran y mutaran en cada generación de copias. La lentitud
del trabajo, el costo de su realización, los errores introducidos, hacían extremadamente difícil la acumulación de conocimiento, explica Elizabeth Eisenstein en The Printing Revolution in Early Modern Europe3. Como sabemos, de los tiempos antiguos hemos conservado algunas ediciones de la Biblia así como una pequeña cantidad de textos canónicos, tales como los de Platón y Aristóteles, pero la mayor parte de los libros que reproducían el conocimiento creado en la antigüedad se ha perdido.
Para seguir leyendo, compra hasta el 19 de junio el artículo completo y todos los contenidos de Texturas 20 en digital por sólo dos euros. Acceder.
Si quieres estar al día de las actividades, colecciones, propuestas, cursos, información destacada semanalmente del sector del libro y la cultura DATE DE ALTA en el Boletín semanal de Trama Editorial.¡NO TE ARREPENTIRÁS!
Si únicamente quieres recibir información de nuestras novedades. Lo puedes hacer aquí: acceder.
Una biblioteca expuso hace ya unos años una selección de sus libros dañados por el lector. La visita a la exposición producía el malestar y la incomprensión de la visión de la violencia gratuita. Subrayados y notas con tinta, páginas arrancadas o mutiladas…
Cien lectores de un libro habrían pasado por sus páginas sin dañarlas, pero bastó uno solo para infringir un deterioro irreparable. Una manifestación más de una versión de la entropía ya no en los sistemas físicos cerrados, sino en las organizaciones humanas.
Nuestras organizaciones son como castillos de naipes, trabajosamente levantados y mantenidos frente a la facilidad con la que un naipe que se retire o un golpe en la mesa los desmoronen. Una sola persona puede romper el silencio y la atención de un auditorio; un acto de gamberrismo, estropear el mobiliario urbano; y un impertinente en el grupo, frustrar una conversación. La vida social tiende al desorden y solo la insistencia por evitar ese final consigue un equilibrio inestable.
Si quieres estar al día de las actividades, colecciones, propuestas, cursos, información destacada semanalmente del sector del libro y la culturaDATE DE ALTAen el Boletín semanal de Trama Editorial.¡NO TE ARREPENTIRÁS!
Si únicamente quieres recibir información de nuestras novedades. Lo puedes hacer aquí: acceder.
En Estados Unidos y Gran Bretaña, donde ha tenido mayor penetración, el libro digital se ha estancado o, si prefiere, se estabilizó en alrededor del 20% de las ventas totales; mientras que fuera del mundo angloparlante no pasa del 5%. El resto son los textos de siempre, en papel, con páginas e índices. La conclusión rápida ha sido que el mundo impreso y digital van a convivir. O incluso que la “amenaza electrónica” retrocede.
Puede ser. Sin embargo, antes de apurarse con las conclusiones habría que poner atención a algunas realidades: por ejemplo, que instituciones propias de la cultura impresa siguen en crisis, y que el e-book es la parte menos creativa dentro de las posibilidades que abre la llamada revolución digital.
Es lo que dijo el historiador francés Roger Chartier, especialista en historia del libro y la lectura, hace unas semanas de visita en la casa Central de la Universidad de Chile. Profesor emérito del Collège de France y autor de obras como El orden de los libros, Inscribir y borrar, Las revoluciones de la cultura escrita y El mundo como representación, Chartier fue invitado por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Casa de Bello a una serie de conferencias, entre ellas El libro y la lectura en soporte digital: ¿un cambio de época?, en la que matizó el optimismo impreso: “El porvenir es indescifrable”, dijo.
Parecido, pero no igual.
Empecemos por el principio: ¿Qué es un libro?
(Ríe) Es el principio y el fin al mismo tiempo… Es una pregunta antigua, Kant la había formulado en un texto de finales del XVIII, y respondió: un libro es un objeto material, un opus mechanicum, decía, resultado del trabajo de un taller tipográfico; y es un discurso, es el libro de Umberto Eco o es el libro de Gustave Flaubert. Hay una relación indisociable entre un objeto material —que distinguimos inmediatamente de los otros objetos de la cultura escrita (el periódico, una revista, un cartel)— y el discurso, que también tiene una serie de diferencias con otros discursos (no es un artículo, no es una carta, no es un panfleto). Es esta identidad entre la materialidad del objeto y la naturaleza del discurso lo que ha definido qué es un libro.
Luego de la aparición del códice (el libro compaginado que reemplazó a los rollos) y de la imprenta de Gutenberg, la irrupción de lo digital es la tercera revolución en nuestra relación con la escritura. La singularidad del nuevo momento es que por primera vez el texto se separa de su soporte. O sea, en una pantalla cualquier texto se lee igual, no importa si se llama diario, libro o carta. Además, mientras el códice impone una unidad —el libro que tenemos en las manos—, la lectura en pantalla es discontinua, segmentada, hipertextual. Es como un “banco de datos”, no implica la comprensión de la obra en su totalidad.
En la lógica digital los textos son móviles, maleables, abiertos; permiten al lector intervenirlos, transformarse en escritor; todo en el mismo aparato. Son palimpsestos que siempre se reescriben y que hacen desaparecer la identidad de la autoría… la autoridad de la autoría, agregó el historiador. O sea, la versión electrónica de un libro no es el mismo libro; tampoco la de una revista o un diario: En el formato impreso se sigue una lógica tipográfica, coexisten en el mismo objeto varios textos. Se puede viajar de un artículo a otro; lo mismo con el diario. La coexistencia de varios artículos es esencial para mostrar un proyecto intelectual, cultural, ideológico. La lógica digital es enciclopédica.
Números de la Revista Texturas con artículos de Roger Chartier. Consultar
Si quieres estar al día de las actividades, colecciones, propuestas, cursos, información destacada semanalmente del sector del libro y la culturaDATE DE ALTAen el Boletín semanal de Trama Editorial.¡NO TE ARREPENTIRÁS!
Si únicamente quieres recibir información de nuestras novedades. Lo puedes hacer aquí: acceder
Este blog inició su camino hace casi tres años y tiene, con esta, 98 entradas en su haber. Digo esto porque trazando un balance, incluso provisional, de cuanto dicho, hecho y visto (no digamos escrito) en este tiempo, cunde un cierto desánimo. Bien se vio en la última entrada.
En efecto, la revolución digital todavía está verde y no porque sea difícil de entender a estas alturas, sino porque no hay intención de ponerla en marcha en toda su extensión. Habría que decir sin embargo que existen editores, editoriales, autores que se han puesto a ello en la medida que les consienten sus propias capacidades y en algunos casos, demasiado pocos, colaborando entre si.
Si quieres estar al día de las actividades, colecciones, propuestas, cursos, información destacada semanalmente del sector del libro y la cultura DATE DE ALTA en el Boletín semanal de Trama Editorial.¡NO TE ARREPENTIRÁS!
Aloma Rodríguez (editora de “VidaCulturaIdeas” en Ahora)
13.45 h Coloquio
Las revistas culturales han sido siempre un eficaz punto de encuentro para los creadores, y un interesante medio de comunicación con el público en general. Pero en la actualidad, las revistas impresas sufren el mismo tipo de crisis que el resto de la prensa escrita.
En los últimos años algunas revistas han desaparecido. Otras se han convertido exclusivamente en digitales. Otras son mixtas. Algunas resisten sin grandes cambios. Las distintas estrategias pueden depender de su temática, su público o su historia: no hay dos casos iguales, pero del análisis de esta variedad se pueden tal vez extraer algunas líneas generales.
Para las revistas culturales en español o de ámbito hispánico las nuevas posibilidades de distribución en soporte o por medios digitales constituyen una oportunidad significativa, que puede permitir, por ejemplo, que se conviertan en publicaciones multiplataforma. La distribución de contenidos en otros idiomas es una opción para transitar nuevas vías de difusión. Las alianzas con medios ya establecidos permitirían ensanchar la base de público con la que cuentan. Por último, nuevas tipologías de publicaciones están permitiendo explorar alternativas para la relación con el público lector.
Si quieres estar al día de las actividades, colecciones, propuestas, cursos, información destacada semanalmente del sector del libro y la culturaDATE DE ALTA en el Boletín semanal de Trama Editorial.¡NO TE ARREPENTIRÁS!
La máquina de contenido, el libro de Bhaskar tiene una virtud: intenta ser un manual que reformula, que relanza el futuro de la edición en un sentido global. Al final de esta reseña comentaré algunos de los apartados en que el autor divide el escrito. Para sintetizar y no agotar la lectura, voy a intentar extraer las esencias de las propuestas del libro y a articularlas entorno a dos ideas-eje básicas.
Partamos, antes, de la premisa nuclear de Bhaskar: “Si hoy cualquiera puede publicar, ¿qué significa publicar?”, se pregunta el inglés. pero…¿qué es publicar realmente?, ¿Cuál es la esencia de editar-publicar más allá del medio en que se lleva a cabo esta acción?.Comprenderlo nos permitirá dar el salto digital, ser capaces de formar parte del “next big thing”. Equiparar ser editor a ser productor de libros (mayoritariamente de papel) es un error, una auto-castración innecesaria. El editor tiene mucho que aportar si se sabe actualizarse y formar parte de la cyber-cultura del porvenir. Al ataque…
a)El editor multimedia: hay vida editorial más allá del libro
¿Qué es un libro?: un libro es un medio de comunicación, un repositorio de experiencias,una forma de organizar el contenido. Literalmente afirma Bhaskar que “el libro es tanto una arquitectura de la información como un objeto”.
«Pretendemos encontrar un camino que pase de la publicación basada en la subscripción a una de libre acceso»
El equipo editorial al completo de una respetada revista lingüística ha dimitido en masa como consecuencia del aumento de la lucha de poder entre los investigadores universitarios y los editores que dominan el muy lucrativo mundo de las publicaciones académicas.
Los seis editores académicos y 31 miembros del sólido consejo editorial de Lingua, publicada por el gigante holandés Elsevier, confirmaron que dejaban sus cargos para fundar una publicación rival que esté disponible de forma gratuita en vez de estar sujeta a una cara tasa de subscripción.
Esta ruptura es el último acontecimiento de una larga disputa entre las editoriales, quienes a menudo obtienen grandes beneficios cobrando sustancialmente por las suscripciones a sus revistas, y los académicos que están a favor de un modelo de «libre acceso» a través del cual sus investigaciones sean gratuitas y de dominio público.
Los académicos que están detrás de Lingua, entre los que se incluyen cinco investigadores de universidades británicas, dijeron que dimitían como protesta por, según expresaron, la negativa de Elsevier, que el año pasado registró un beneficio bruto de mil millones de euros, de aceptar sus propuestas para mejorar el acceso gratuito a su revista.
Johan Rooryck, profesor holandés y editor ejecutivo de la revista, dijo que tanto él como otros se frustraron enormemente cuando algunas bibliotecas les dijeron que ya no podían permitirse la suscripción a Lingua. Según la página web de Elsevier, la tarifa institucional para la revista es de 1500 £ (2131 €) por copia impresa, aunque los editores, como muchos de sus competidores, también ofrecen a las bibliotecas paquetes de descuento de varios títulos, reduciendo así el coste total.
El profesor Rooryck de la Universidad de Leiden publicó en su Facebook: «Los seis editores de Lingua han dimitido en reacción a la negativa de Elsevier de aceptar sus condiciones para un acceso libre y equitativo. Independientemente, los 31 miembros del consejo editorial también han dimitido».
Y añadió: «Pretendemos encontrar un camino que pase de la publicación basada en la subscripción a una de libre acceso. Algo que se ha hecho esperar».
El grupo dijo que cuando sus contratos con Elsevier expiren a final de año lanzarán Glossa, su propia revista de libre acceso, con ayuda y financiación de universidades holandesas, que han estado al frente de los esfuerzos para acabar con la hegemonía de los principales editores académicos.
Las dimisiones de Lingua, sobre las que la web Inside Higher Ed fue la primera en informar, podrían tener profundas consecuencias en todo el sector al animar a investigadores de otros sectores académicos a romper filas y fundar revistas de acceso gratuito que rivalicen con los títulos establecidos. Se publican alrededor de dos millones de investigaciones académicas en no más de 28 000 revistas diferentes.
Los que apoyan este hecho argumentan que a pesar de que los editores tienen derecho a unos beneficios razonables, se han aprovechado generosamente de un acuerdo por el que cobran a los académicos por publicar sus artículos y luego vuelven a obtener beneficios revendiendo una publicación que para empezar ha sido subvencionada con fondos públicos.
El profesor Rooryck dijo: «El dinero público debe ser gastado prudentemente, no está destinado a llenar los bolsillos de los dueños de las editoriales científicas. Y menos cuando las universidades cuentan con presupuestos cada vez menores».
«Creo que los resultados científicos alcanzados con dinero público deberían ser accesibles a todos los contribuyentes que hayan pagado parte del dinero que los haya financiado».
Elsevier defendió su posición señalando que publica 300 revistas de total libre acceso y que el proceso para mantener la integridad de un título con revisión por pares, corrección y publicación es costoso. La compañía añadió que las propuestas para un acceso abierto a Lingua, cobrando 285 £ (404 €) para que un artículo estuviera disponible de forma totalmente gratuita en vez de la tarifa actual de 1000 £ (1418 €), habría obligado al cierre.
El redactor declaró: «Si hubiésemos hecho que la revista fuera únicamente de acceso abierto y al precio sugerido, la revista habría dejado de ser viable, algo que no serviría a nadie, y menos a la comunidad lingüística».
Si quieres estar al día de nuestras actividades, colecciones, propuestas, cursos, ofertas, date de alta en nuestro boletín semanal.