Miguel Loza y Aguirre. Un estado de ánimo | Trama Editorial

Miguel Loza y Aguirre. Un estado de ánimo

MiguelLoza


Me llamo…Miguel Loza y Aguirre, este último por parte de madre, que no quiero que se me olvide.
Y en el sector del libro o como mero lector se me conoce como…….. el de las tertulias literarias dialógicas, aunque algunos jóvenes tertulianos me apodaban, por aquello de la economía del lenguaje, “el tertulias”.
Me gusta leer porque……….. me conmueve, me aquieta, me inquieta, me conturba; porque hace que amplíe la mirada hacia el exterior y hacia mi interior; y también porque en la lectura encuentro palabras que me ayudan a nombrar lo innombrable que hay en mí. 
Cuando tenía doce años quería ser… precisamente eso: ser. Y aún sigo queriéndolo. Pero tal vez diga esto porque a esa tierna edad no tenía ni idea de lo que quería ser. La verdad es que mi madurez vocacional aún estaba muy verde, y tuvieron que pasar bastantes estaciones para que madurase, si es que alguna vez lo hizo. He de reconocer que alguna vez he sentido envidia de uno de mis hermanos que nada más nacer dijo que quería ser médico y ahí sigue. Sin embargo, sigo sin arrepentirme de ser un Peter Pan vocacional.
Hoy soy… feliz a ratos y, también, a ratos no tanto. Además de lo anterior, lo de la felicidad, que es mi auténtica vocación, ejerzo de asesor de educación de personas adultas y de Comunidades de Aprendizaje. Aunque en realidad soy un juglar que va cantando de escuela en escuela, de alma en alma, lo divertido que puede ser leer cuando te dejan libertad para hacerlo y para compartirlo.
Cuando me toca contarle a un extraño en una boda por qué me gusta leer o ando entre libros le digo que… venga un día a una de las tertulias literarias dialógicas en las que tengo el privilegio de participar. Y si veo que sus ojos chispean, le invito a la que hacemos desde hace quince años en la prisión para que sea testigo y entienda cómo disfrutamos viendo cómo la lectura compartida de las obras clásicas transforma el árido paisaje carcelario. 
Sin embargo, en realidad mi día a día es más bien así:… la mayor parte de mi jornada la paso yendo de aquí para allá compartiendo palabras y silencios; hablando de la lectura;  invitando a leer para hacer realidad el sueño sustantivamente político y adjetivamente pedagógico que me acompaña hace años de democratizar la lectura para que nadie deje de acercarse a los libros porque piensen que allí hay un mundo que no es para ellos.
Lo más raro que me ha sucedido nunca fue cuando… alguien me dijo que me quería. Es lo más raro y lo mejor que me ha sucedido. Además, es algo que todavía se sigue repitiendo.
Y lo peor… siempre pienso que lo peor está por llegar. Sé que algún día llegará. ¿Pero para qué pensar en ello? 
Aún más, si te dedicas a lo mío la gente no dejará de tocarte las narices con… que no merece la pena esforzarse por eso, que está bien lo que haces, pero que eres un iluso, que en este mundo nada va a cambiar. El fatalismo de las personas es lo que más me tocas las napias.
He perdido el entusiasmo por lo que hago cuando… alguien me dice que lo que le cuento acerca de la lectura ya lo había hecho y me asevera con paternales palabras que no le dio resultado. Entonces sería capaz de tirarme por un puente. Pero se me pasa pronto y vuelvo a llenarme de ilusión.
Sin embargo, lo mejor de mi trabajo, sin duda, es… aprender compartiendo palabras y silencios con otras personas. Con personas que van desde los 3 años hasta los …tantos. Todo un privilegio.
El mejor día que recuerdo en el trabajo fue cuando… son muchos los que compondrían eso del “mejor día”. Pero, a fin de contestar, diría que fue hace poco en un colegio de Granada, cuando una niña africana de 11 años, comentando el cuento de “El príncipe feliz” de Oscar Wilde, manifestó la extrañeza que le produjo cuando allá en su país vio por primera vez a una persona blanca.  ¡Qué gran lección! Son geniales estas criaturas.
Cuando quiero tomarme un descanso me dedico a… tomarme unos vinos, o similar, con la persona que comparte su vida con la mía. También suelo ir al monte porque allí comparto y calmo mis ruidos internos con el rico y variado silencio de la naturaleza. 
Así es como veo el futuro de mi profesión… la verdad es que en España las administraciones educativas regidas por el PP han cerrando los servicios de apoyo al profesorado, que es donde se ubica mi profesión. Así que mi futuro lo veo ligado al del PP en Euskadi. Eso sí, me tranquiliza que, por el momento, no veo ningún Wert a la vista, aunque nunca se sabe, porque la estulticia es muy contagiosa.
Eso sí, si un día logro jubilarme querré pasar el tiempo que me queda… creo que haciendo lo mismo que hago ahora, pero sin jefe, es decir, a mi aire. 
El último libro que he leído ha sido Eneida, de Virgilio.
Y lo conseguí en uno de esos puestos callejeros en los que venden libros de editoriales raras a buen precio.

Y el primero que recuerdo que leí fue………No lo recuerdo muy bien porque no era un gran lector. Seguramente sería uno de Enid Blyton, o alguno de aquellos de “250 ilustraciones” de Julio Verne, Salgari, Kipling … Claro, que lo que leía eran las ilustraciones, no el texto; eso lo hacía uno de mis hermanos, del que no entendía ese furor por leer las áridas páginas llenas tan sólo de letras teniendo a mano las ilustraciones con el texto justo y necesario.

  

En mi mesilla tengo ahora para leer…………. “Mundo interno y política”, de Javier Roiz, junto a “El mercader de Venecia”, de Shakespeare.

Me gustaría añadir que…………… me moriré compartiendo palabras y, tal vez, hasta lo siga haciéndolo después.
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