Thierry Discepolo es un editor francés pero curiosamente su sello no tiene su sede en París sino en Marsella. Una rara excepción que otorga a Agone, la editorial que fundó en 1998, una personalidad muy específica. «Lo bueno de Marsella es que es una ciudad más bien pobre y sin mucho dinero puedes trabajar en este mundo. Si estás en París es muy difícil no acabar homologado dentro de las corrientes dominantes en el sector». El hueco que se ha hecho en la industria del libro gala es humilde. Allí unas pocas manos abarcan buena parte del mercado. Una situación que denuncia en su fundamentado ensayo La traición de los editores (Trama Editorial), cargado de citas, de datos y cronologías sobre los movimientos en la propiedad de los sellos en las últimas décadas.
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