Natalia Porta López. Un estado de ánimo | Trama Editorial

Natalia Porta López. Un estado de ánimo


 
Me llamo… Natalia Porta López
Y en el sector del libro o como mero lector se me conoce…por mi trabajo en la Fundación Mempo Giardinelli, en Argentina, una ONG que trabaja por el fomento de la lectura con perspectiva social y solidaria.
Me gusta leer porque… me saca instantáneamente del espacio-tiempo convencional,  sacia por un rato  mi curiosidad,  me distancia de mí o me descubre in fraganti sintiendo cosas que no sabía que estaban en mí, aprendo que no soy para nada original, me calma.
Cuando tenía doce años quería ser… bioquímica o farmacéutica, porque me gusta (aún hoy) el universo lexical de la ciencia médica, todas esas palabras que nombran cosas tan precisas y unívocas: patologías, sustancias, partes anatómicas. ¡Sé usar muchas! Adoro leer vademécums. 
Más grande quise ser periodista y estudié y me recibí y trabajé en un suplemento literario. Luego me dediqué a la comunicación institucional. No sé aún que quiero ser cuando sea mayor.
Hoy soy… una lectora, como siempre. Desde hace más de 10 años estoy en la Fundación Mempo Giardinelli, dedicada al fomento del libro y la lectura; ahora la dirijo. En ella coordino el equipo que organiza todos los años un encuentro internacional que mezcla literatura y otros temas del sector. También en ese marco diseñé el sistema de gestión del Programa de Abuelas Cuentacuentos que es mi mayor orgullo, porque eso permitió que se transfiera a muchas ciudades de mi país y del exterior, que se convierta en política de estado en varios lugares. La iniciativa, que fue idea de Mempo, recibió muchos premios, de la OEI, de UNESCO, de Naciones Unidad Habitat, de la CEPAL, de la Sociedad Argentina de Pediatría y de Ibby Internacional. Todo eso lo hago ad honorem. Además coordino las acciones del Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Educación de la Nación en el Nordeste Argentino y ahora estoy organizando un encuentro federal destinado a bibliotecarios para la red de Bibliotecas Populares de mi país.
Cuando me toca contarle a un extraño en una boda por qué me gusta leer o ando entre libros le digo que… es para no tener que hablar con nadie en peluquerías, salas de espera, juzgados o para tener algo interesante de qué conversar con extraños cuando es inevitable, por ejemplo, en una boda.
Sin embargo, en realidad mi día a día es más bien lleno de conversaciones personales y virtuales, con compañeros de trabajo, con editores, autores, con docentes, bibliotecarios, con abuelas y con niños. Releo en mi cabeza mientras cocino, invento próximos encuentros literarios mientras corto el césped o riego el jardín, escribo en servilletas de bares proyectos institucionales cuando salgo a tomar café, convenzo a funcionarios, inversores y mecenas sobre la necesidad  y los modos de distribuir mejor el tesoro intangible que es la palabra, me encuentro con la contable para saber si todo es posible y si estamos haciendo las cuentas bien.
 Lo más raro que me ha sucedido nunca fue cuando… muchos años después de leerlo conocí al autor del  libro que me acompañó en los meses más difíciles de mi vida y él me propuso que formáramos una familia y nos dedicáramos juntos a promover la lectura desde esta Fundación que lleva su nombre, en la que fui aprendiendo de él y trabajando gran parte de lo que sé sobre fomento lector. Ser su pareja me obliga a a esforzame el doble para desarmar prejuicios y demostrar que los espacios los fui conquistando en buena ley. También estudio mucho, estoy al tanto todo el tiempo del “estado del arte”.
Lo peor de mi labor es cuando … personas llenas de buenas intenciones me muestran las fotos y los registros de sus “proyectos de animación a la lectura” y compruebo que lo que menos hicieron con los niños o con los jóvenes fue leer, todo el tiempo lo dedicaron a disfrazarse, treatralizar, reescribir, decorar susurradores, hacer artesanías de objetos que aparecen en el cuento, pintar murales, filmar videos temáticos o elaborar una presentación power point, todo menos conversar, menos seguir leyendo; todas, cosas que demuestran que no confían en el poder enorme que tiene compartir literatura, construir sentido colectivamente o en silencio; todas, cosas que son añadidura, que los lectores no hacemos y que en general nos alejarían de los libros si nos propusieran que leer es eso. Tener que ser sincera y decirles lo que realmente pienso es siempre incómodo.
Aún más, si te dedicas a lo mío alguna gente no dejará de tocarte las narices con… que les des la receta infalible para que sus hijos o sus alumnos lean; pero ellos mismos son adultos que no leen ni están dispuestos a leer
He perdido el entusiasmo por lo que hago cuando… me ha tocado interactuar con personas que toman el fomento de la lectura como un trabajo o una carrera burocrática, cuando para mí sigue siendo una causa o, para quitar el tufillo a voluntarismo, una pulsión poco refrenable
Sin embargo, lo mejor de mi trabajo, sin duda, es… la cantidad de personas lectoras muy queridas de todas las edades que voy conociendo en muchos lugares del mundo. También comprobar la masas de voluntarios de todo género y edad dispuestos a donar horas de lectura a quienes no tienen a alguien significativo que les descubra y allane ese camino
El mejor día que recuerdo en el trabajo es el momento en que cantamos el himno nacional en el comienzo de cada Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura y otra vez empieza todo,  las tertulias de lectura de esas noches, cada reunión con las abuelas cuentacuentos de cualquier ciudad pero más con las del grupo que coordino yo personalmente en Resistencia desde hace más de diez años, 
Cuando quiero tomarme un descanso me dedico a leer, naturalmente. Es más, por la noche no puedo dormir si no leo algunas líneas al menos. Siento cómo bajan las pulsaciones con los minutos de lectura, a eso yo le llamo poner el alma en paz.
Así es como veo el futuro de mi profesión… me gustaría decir que ya no haremos falta, pero no es lo que parece que sucederá. Al contrario, crear ocasiones para la lectura, para el diálogo, para el pensamiento lento, la discusión informada, la belleza compartida, se me hace que será cada vez más necesario. A eso nos dedicamos, ¿no? 
Eso sí, si un día logro jubilarme querré pasar el tiempo que me queda… releyendo, cuidando un jardín y compartiendo lecturas con mis nietos. Quiero tener muchas amigas, también.
El último libro que he leído ha sido…Las cárceles elegidas“, de Doris Lessing. En realidad fue una relectura.
Y lo conseguí en…  la librería donde suelo ir a tomar café.
Y el primero que recuerdo que leí fue…  Caperucita Roja y el poema Mirringa Mirronga de Rafael Pombo, a través de la voz de mi mamá, que se los sabía de memoria, que eso también es leer.
En mi mesilla tengo ahora para leer… una pila enorme de libros: dos que debería reseñar (uno de fábulas para niños y otro de poemas), “Historia de la lectura en Argentina” que es una compilación de Paula Spregelburd y Héctor Cucuzza, “La distinción” de Pierre Bordieu, el libro de cuentos de mi amiga Cristina Civale y una biografía de Virginia Wolf de Irene Chikiar.
Me gustaría añadir que… me gustan las redes sociales y por eso llevo personalmente el muro de facebook de la Fundación y del Plan de Lectura en mi región del país.
También contarles lo dura que fue la crisis que atravesó mi país en 2001 y decirles que de esos momentos de zozobra, parecidos a los que ahora pasa España, salieron las ideas más creativas y exitosas de fomento lector en Argentina, nacieron los proyectos que hoy siguen en marcha y son reconocidos. Arriba el ánimo!
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